El aceite de coco ha irrumpido como una fuente de grasa que se promociona benéfica para la salud. A pesar de que contiene 92 % de ácidos grasos saturados, expertos explican que hay de cierto en todo esto a la luz de la evidencia científica. Así que para ir a la segura vayamos a desvelar todo acerca de esta grasa.
Conclusiones erróneas
Cuando se proponen efectos benéficos, suele hacerse en base en ciertas premisas basadas en relaciones lógicas que en evidencias científicas. En el caso del aceite de coco, es una grasa rica en ácidos grasos de cadena media, los potenciales benéficos vinculados a los AGCM no pueden extrapolarse a la grasa de coco. Es posible que hayas escuchado que poblaciones nativas en las islas del Pacífico o en la India que consumen altos porcentajes de grasa de coco y presentan mejores perfiles lipídicos y menor mortalidad. Pero no puede compararse su estilo de vida y su dieta con los típicamente occidentales.
Efectos sobre la salud
Los beneficios atribuidos a la grasa de coco depende de quién emite el mensaje y al público que va dirigido. En los medios de comunicación se habla de los efectos cardioprotectores, mientras que las publicaciones en redes sociales suelen aludir al papel en la reducción de peso o salud de la piel. Sin embargo, la ciencia está investigando hasta qué punto están bien fundamentados. Pero por el momento las revisiones sistemáticas y metaanálisis nos dicen.
Salud cardiovascular. Es el aspecto sobre en el que se encuentra en mayor número de estudios con nivel elevado de evidencia, en cuanto a su papel sobre los niveles lipídicos en sangre. Pero actualmente no hay certeza de que los valores altos de colesterol reduzcan el riesgo cardiovascular, pero si está contrastando con la subida del colesterol.
Reducción de peso y con glucemia. La recomendación de usar la grasa de coco para ayudar a bajar de peso se basa en el efecto de los ácidos grasos de cadena media sobre la oxidación de los lípidos, lo que puede asociarse con la reducción de la grasa corporal. Pero esto se observó fundamentalmente con ácidos grasos de 8 o 10 átomos de carbono.
Es así, que la grasa de coco no parece una buena idea usarla como un sustituto de nuestras fuentes de grasa tradicionales y saludables como el aceite de oliva y los frutos secos. Por ello más vale incorporarlo como un ingrediente más e ingerir con moderación.
Imagen: bioguia