Se asume que las molestias musculoesqueléticas están asociadas a las fuerzas biomecánicas que actúan en el cuerpo, ya sea por un exceso de carga sumado a movimientos repetitivos que se identifican como factores de riesgo. Sin embargo, estas fuerzas biomecánicas también pueden resultar una mejora de la salud. Así que la clave está en distinguir las fuerzas que promueven la salud de aquellas que pueden causar problemas o molestias físicas.
Cuando aumenta la carga, los músculos sinergistas y agonistas incrementan su actividad
Una de las leyes de la actividad muscular, es que cuanto más fuerza, carga o velocidad actúa en una tarea específica, mayor será el esfuerzo para ejecutarlo con éxito. Por lo tanto, tiene sentido pensar que la persona que agrega peso al ejercicio, los músculos deben tener mayor reclutamiento. De lo contrario, podrías plantear la hipótesis de que esa carga la está soportando otras estructuras o músculos que no interesan.
Cuando aumenta la carga, los músculos se activan y relajan
Una persona que aumenta la carga, los músculos dejan de relajarse entre repeticiones. El controlar esta carga es clave, si el objetivo es minimizar la tensión sobre los músculos. Cuando colocas menos resistencia, mantienes el trapecio superior en la banda de relajación mientras que aumenta la resistencia alcanzando valores al 40% de su máxima contracción.
Cuando aumentas la carga, la sinergia entre los músculos es correcta
Una mala sinergia entre dos grupos de fibras causará movimientos alterados que dificultan la correcta función de la articulación. Así que cuando elijas ejercicios basados en criterios electromiográficos, es primordial conocer cómo son las demandas de cada grupo de fibras para saber si estás consiguiendo el objetivo que deseas.
Ahora que tienes estos consejos para distinguir entre fuerzas biomecánicas buenas o malas, elige la mejor carga para poder hacer la recuperación y ganar fuerza. Trabaja de forma correcta para llegar a la meta sin lesiones.
Imagen: ensasport