La dieta de eliminación es una forma fiable de detectar intolerancia del tipo alimentario. Existe una serie de pruebas en el mercado para analizar la existencia de estos desórdenes, pero lo cierto es que no resultan eficaces. Es por ello que en muchas ocasiones no queda más remedio que suprimir ciertos alimentos para comprobar si se experimenta una mejoría.
De qué trata la dieta de eliminación
La dieta de la eliminación se refiera un plan muy restrictivo que no resulta sostenible ni saludable a mediano plazo. Por lo que no debe llevarse a la práctica durante un periodo superior a 3 semanas. De lo contrario, podría experimentar déficits nutricionales severos.
Lo primero que habría que considerar, es evitar grupos de alimentos que pueden ser responsables de causar intolerancia. Dentro de ellos se encuentran los frutos secos, las legumbres, los cítricos, los huevos, las especias, los lácteos y los comestibles con gluten. Durante 2 semanas se consolidará una pauta a partir de verduras no solanáceas, trigo, arroz y fruta.
De la parte más complicada es del aporte proteico, debido a que es insuficiente, condicionando el estado de la masa magra. Según un estudio publicado en la revista Annals of Nutrition & Metabolism, es preciso ingerir al menos 0,8 g de proteína por kilo de peso corporal al día para lograr que el organismo funcione de manera correcta.
Al pasar 2 semanas, se introduce un grupo de elementos sospechosos uno a uno y se presta atención a la sintomatología. Puede manifestarse alteraciones intestinales, dermatitis o dolores de cabeza.
¿La dieta de eliminación es segura?
La dieta de eliminación se aplica cuando existen problemas de tipo intestinal y se desconoce su origen. Por lo tanto, el objetivo es detectarlos para suprimirlos. Ahora bien, la aplicación de este método trae sus riesgos. El aporte insuficiente de nutrientes puede provocar ineficiencias en los mecanismos fisiológicos.
Hay que tener en cuenta que muchos de los síntomas intestinales son provocados a partir de problemas en la microbiota. Así que puede resultar una alternativa al tratar de mejorar la composición de la misma, en lugar de someterlo a distintos planes de alimentación que puedan perjudicar la salud.
Un estudio publicado en la revista Critical Reviews in Food Science and Nutrition, estos microorganismos ayudan a minimizar la sintomatología de la intolerancia a la lactosa. De hecho, muchos de los problemas digestivos e intestinales están condicionadas por la disbiosis. Para ello habría que realizar una intervención para recuperar el equilibrio a nivel interno.
Así que antes de iniciar con una dieta de eliminación, lo recomendable es visitar un especialista para que te sugiera si es lo más adecuado para ti y vaya de la mano en el proceso.
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