El cuerpo es capaz de adaptarse ante cualquier situación que se presente. El cambiar de posición cuando se tiene que pasar por un momento de estrés o dificultad va ayudar a afrontar la realidad inmediata. Esta disposición consigue la fuerza necesaria para evitar que uno se derrumbe. Así que existen numerosos movimientos y ejercicios para darle ese extra de energía al organismo.
Fuerza emocional y respiración profunda
Pon un cojín en una superficie plana y siéntate sobre el con las piernas dobladas de modo que caigan en ambos lados del cojín. Alinea bien la espalda, los hombros y la coronilla. Ahora coloca las palmas de las manos en el regazo con el dedo índice sobre el otro y deja que la punta de los pulgares se toquen. Mientras tanto los ojos deben mirar hacia abajo y escuchar la respiración, sintiendo como va y viene. También se puede realizar el movimiento sentado en una silla.
Respiración y apertura de espalda
Híncate sobre una superficie plana. Deja el tronco descansando sobre los muslos y la cabeza sobre los brazos. Escucha el aire durante unas cuantas respiraciones y percibe el espacio de apertura en el bajo abdomen. Cierra las rodillas y vuelve a escuchar la respiración, verás como la espalda se va abriendo. Percibe el movimiento con la respiración para que corrobores como se abren más partes del cuerpo.
Gravedad y relajación
Colócate sobre una superficie plana y extiende los brazos y las piernas. Enseguida ve levantando partes del cuerpo y déjalas caer para que puedas experimentar la gravedad. Comienza levantando el pie izquierdo unas 5 veces y déjalo caer, continúa con el pie derecho. Sigue con cada parte del cuerpo y termina con la cabeza.
Empieza a conocer más tu cuerpo con estas posturas y haz que se adapte mejor ante cualquier circunstancia. Recuerda que es preciso estar relajado sin que exista cualquier distractor para que puedas enfocarte en el movimiento y darle ese empujoncito de energía.