Al polen de abeja se le han atribuido numerosas propiedades que son buenas para la salud. Sin embargo, hay quienes están a favor y otros en contra de su eficacia. Y aunque es difícil concretarlo, existen estudios que corroboran su composición rica en nutrientes, pero ello lo no hace capaz curar enfermedades.
Cuál es su composición
Los apicultores recolectan el polen mediante una pequeña trampa que está situada en la entrada a la colmena. De esos gránulos sale el polen seco que se comercializa como producto para consumo humano y por lo regular está deshidratado. El polen es un concentrado de las plantas, esto hace que pueda contener cantidades altas de proteínas, vitaminas, minerales y otros nutrientes.
Su composición exacta puede variar, según la planta de donde provenga el polen. Contiene 25% de proteínas, es bajo en grasa y sodio, es una fuente de ácido fólico, niacina, riboflavina, tiamina, piridoxina, que son las vitaminas del grupo B. Asimismo, aporta vitamina C, D, E, K, colina e inositol. Dentro de los minerales está el fósforo, el calcio, el potasio, el yodo, el cobre, el selenio y el magnesio.
El polen de abeja es una excelente fuente de proteína vegetariana, ya que contiene más aminoácidos que la leche, el queso, la carne y los huevos. La mejor forma de consumirlo es agregando granos de polen a las frutas, a los batidos, al yogurt, a las ensaladas o a los cereales.
Qué dicen las evidencias
Al margen de su contenido nutritivo, no existen estudios científicos que avalen que el polen puede mejorar la salud o curar ciertas enfermedades. Según un artículo de la agencia estadounidense que regula los alimentos y los fármacos, está prohibido afirmar que un suplemento alimenticio cura o previene una enfermedad.
Y aunque su consumo no es dañino para las personas, aquellos individuos que tienen alergias en especial al polen o a las abejas, deben ingerirlo con mucho cuidado y bajo supervisión médica, ya que el polen podría desencadenar una reacción alérgica. Además, podría causar alguna interacción con otros medicamentos. Así que quienes estén siguiendo alguna medicación deben consultar con su médico antes de empezar a tomar suplementos de polen, o bien, comenzar con una dosis pequeña.
A pesar de la falta de evidencia científica que pueda sustentar su eficacia, el polen se ha usado para reducir estados de fatiga, catarros o anemia, ya que se le atribuye una capacidad energizante. También se emplea para ayudar en enfermedades en la piel como psoriasis y eczemas, así como para minimizar la inflamación en problemas de próstata.
En conclusión, antes de consumir algún suplemento o producto desconocido, habría que informarse sobre su procedencia y sus efectos. Nada es más importante que la salud.