Por lo regular, las personas con Síndrome de Down tienden a tener sobrepeso y una vida sedentaria, pero no por una deficiencia, más bien por falta de ejercicio. Así que no habría que confundir la capacidad física de un sujeto con la capacidad intelectual. Por lo que aquellas personas con Síndrome de Down pueden mantenerse activas, ya que trae grandes beneficios a la salud.
El ejercicio y el Síndrome de Down
La práctica deportiva proporciona una mejora del estado físico y es importante para la calidad de vida de una persona. En el caso de las personas con Síndrome de Down, les ayuda a sentirse como parte de un conjunto, proporciona oportunidades para probar y descubrir sus propias capacidades, sobre todo en aquellas personas que normalmente se encuentran sobreprotegidas y tienen una nula posibilidad de decidir.
También ayuda a mejorar la orientación espacial, la postura corporal, el equilibrio estático, la percepción de cuerpos diferentes, el desarrollo de la fuerza muscular y la coordinación en general.
La práctica deportiva ayuda a abandonar la actitud egocéntrica debido a la necesidad de prever las acciones del adversario. Esto conlleva al incremento en las habilidades de autonomía personal y del funcionamiento intelectual. Además, desarrolla la sensibilidad social a través del aprendizaje de las reglas que rigen las normas de participación. En este aprendizaje, crece su confianza.
La persona con Síndrome de Down que practica un deporte, proyectan una imagen mucho más cercana y normalizada, comparte con su equipo las ilusiones, las expectativas, el esfuerzo, las frustraciones ante el fracaso, los logros conseguidos, y todo ello, en compañía de otros, jamás solo.
Es por ello, que las personas con capacidades diferentes habría que integrarlas a actividades físicas o deportes para proveerles beneficios que marcarán la diferencia en sus vidas. Solo recuerda que para elegir el ejercicio más adecuado, habría que considerar como manifiesta las características propias del Síndrome de Down.