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¿El ejercicio afecta el apetito? ¿Con el ejercicio dan ganas de comer?¿La practica deportiva tiene efectos positivos en la dieta? Estas son quizás las preguntas más socorridas cuando iniciamos en el ejercicio. Por ello, los expertos se han dado a la tarea de analizar este tema. Así que alzando la voz está un grupo de Investigación de Laboratorio de Fisiología del Esfuerzo (LFE Research Group) de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte de la Universidad politécnica de Madrid (UPM) para dar a conocer más al respecto.
El ejercicio y la alimentación
En este estudio se trata de analizar si un tipo específico de ejercicio podría favorecer una mejor adherencia a las dieta prescritas, si hay una mayor motivación relacionada con la alimentación, si hay mayores cambios en la composición corporal en personas con sobrepeso y obesidad.
La obesidad es un problema de salud pública que se vincula con numerosos factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares y comorbilidades. Varios estudios afirman que el ejercicio puede modular la ingesta de alimentos y contribuir a regular el apetito, la ingesta total de calorías y la composición de la dieta. Pero el tipo de ejercicio podría inducir a mayores cambios fisiológicos y de conductas que se relacionan con el comportamiento alimentario y la ingesta de alimentos.
El estudio publicado en la revista Internacional "Nutrients" analizó los datos de una muestra de 300 personas y se obtuvieron más de 2.500 variables en donde los resultados no mostraron efectos sustanciales con el tipo de ejercicio sobre la ingesta de energía, los cambios en la composición corporal y la selección de macro nutrientes.
Sin embargo, las personas que empezaban la intervención con un promedio igual o superior a los 7.500 pasos diarios, incrementaba más el consumo de proteínas a lo largo del programa comparado con las personas que en el inicio hacían menos de 7.500 pasos diarios. Este aspecto es positivo, ya que un incremento en la actividad diaria requiere una mayor ingesta de proteínas y estas personas estarán ayudando a cubrir el requerimiento de forma espontánea. Incluso tras un programa de pérdida de peso de 6 meses, las personas no redujeron su motivación relacionada con la dieta o el ejercicio, sobre todo las mujeres.
En lo que respecta al ejercicio de fuerza, aeróbico o la combinación de ambos, los investigadores no percibieron una mayor ingesta en personas con exceso de peso. El resultado es que las personas que inician un programa de ejercicio a largo plazo, no aumentan su consumo de energía de manera compensatoria, siempre y cuando adopten consejos dietéticos.
Otro hallazgo es que un incremento en el número de pasos puede resultar muy benéfico, ya que se produce un aumento del gasto energético y se asocia con un mayor consumo de proteínas, lo que es necesario en personas muy activas.
El ejercicio físico se considera como una de las mejores opciones de tratamiento del sobrepeso y la obesidad. Incluso mejora la composición corporal y factores de riesgo (perfil lipídico, consumo de oxígeno, presión arterial, etcétera). Las personas con un exceso de peso graso parecen no aumentar su ingesta más allá de lo adecuado para poder mantener sus actividades diarias. Con ello se elimina la creencia de que la realización de ejercicio físico aumenta las ganas de comer, siempre y cuando se lleve acabo un control alimenticio, lo que pone valor al trabajo de los entrenadores.