Como es sabido, el ejercicio contribuye a una salud física y mental. Sin embargo, hay momentos en lo que habría que parar el entrenamiento por más que quieras ejercitarte. Así que prioriza lo que el cuerpo te dice y date tiempo para recobrar las fuerzas necesarias. Por ello, conoce las situaciones justificadas y frena cuanto antes.
Dolor lumbar
La lumbalgia es un trastorno común, que puede darse por malas posturas. Y aunque el superarla requiere de la práctica del ejercicio, cuando las molestias son muy fuertes, lo mejor es optar por el reposo. Tras la recuperación, evita deportes como el power walking y el running, ya que dichas disciplinas implican saltar o correr y eso genera mayor impacto para las articulaciones que puede empeorar la situación.
Ingerir alcohol
Se desaconseja beber alcohol antes y después de ejercitarse. El combinar estos dos hábitos puede llegar a perjudicar la síntesis de las proteínas que se vinculan con el incremento y reparación muscular después del ejercicio.
Fiebre
Una temperatura alta quiere decir que tu cuerpo está luchando contra una infección, por tanto, no es conveniente que se realice otra actividad que pueda llegar a empeorar o frene la recuperación. Aunque el ejercicio ayuda a mejorar el sistema inmunológico, con la presencia de fiebre, es mejor estar en reposo y no poner en riesgo al cuerpo, ya sea que se deshidrate o haga esfuerzos innecesarios.
Dormir mal
Por muy aguerrido que seas en el ejercicio, no deberás ponerte las zapatillas deportivas a primera hora de la mañana si no has logrado dormir de ente 7 a 9 horas. Lo mismo aplica si has venido arrastrando el cansancio todo el día. Practicar un entrenamiento sin haber dormido lo suficiente, va a sobrecargarte, acrecentará la fatiga y puede exponerte a lesiones.
Así que antes estos motivos, es mejor parar el entrenamiento y, una vez que has logrado sentirte mejor, retoma todo con mesura. Pero que si no logras estar bien, no esperes más y acude con el médico para un análisis exhaustivo.