Es común que al comer un buen trozo sandía siempre traguemos unas cuantas semillas sin darnos cuenta. Pero existe el mito que si esto pasa, dichas semillas se quedarán pegadas en el estómago, o bien, terminarán germinando dentro del organismo, lo que podría resultar peligroso. Sin embargo, hoy en día te decimos lo que en realidad sucede cuando comes las pepas de sandía.
Semillas de sandía
La sandía es una fruta nutritiva y refrescante, la cual es excelente para comer en el verano. De igual forma, las semillas de la sandía brindan grandes beneficios para la salud como mejorar el tránsito intestinal, por lo que si padeces de estreñimiento, el comer dichas semillas te ayudarán bastante.
Según un estudio publicado en International Journal of Agronomy and Agricultural Reserch, señala que, el comer pepas de sandía es una excelente oportunidad de incrementar las proteínas vegetales en la dieta. Además de ello, aporta grasas saludables, depura el organismo de toxinas que se acumulan, da un extra de energía, estimula los riñones para que tengan un óptimo funcionamiento y se vinculan con un mejor control de azúcar en sangre y una menor resistencia a la insulina en el cuerpo. Esto último siendo primordial para las personas con diabetes.
El comer semillas de sandía tostadas resulta positivo para la piel, al prevenir brotes de acné y retrasar los primeros signos de envejecimiento. También ayuda a mantener el cabello fuerte y sedoso y, previene el deterioro temprano de los huesos.
Y aunque el comer semillas de sandía resulta positivo para el organismo, no habría que ingerir en exceso, ya que puede ocasionar un daño en el aparato digestivo. Esto porque al tener un revestimiento y ser de tamaño pequeño pueden pasar por el tracto digestivo sin ser procesadas. Así que lo ideal es masticarlas antes de tragar para aprovechar sus virtudes, o bien, ingerirlas después de haberlas secado en el horno.