El ejercitarse en intervalos de máxima intensidad pone a trabajar el cuerpo a más de un 80% de su capacidad física. Esta es sin duda una fórmula que llegó al mundo fitness para quedarse, ya que a una alta intensidad con menos tiempo resulta muy benéfico. Y es que varios estudios hablan sobre la eficacia de los ejercicios de intervalos de alta intensidad, ya que ofrece aspectos positivos, pero también alertan los riesgos de no hacerlos correctamente.
Qué pasa al someternos a ejercicios explosivos y fugaces
Cuando le exigimos al organismo, el azúcar almacenada en los músculos se libera y se usa para impulsar el cuerpo durante el entrenamiento. En los primeros segundos del ejercicio, el organismo busca todas las fuentes de energía que tiene para poder responder al esfuerzo.
El cuerpo responde al esfuerzo, incrementando la resistencia a la vez que mejora la función del sistema cardiovascular y activa el cuerpo. Todos los ejercicios liberan de una u otra forma glucógeno de los músculos, pero los entrenamientos de alta intensidad lo hacen de una forma más rápida y eficaz.
La ventaja de los intervalos de intensidad, es que se somete a un trabajo tan exigente que el organismo continúa trabajando después de terminar el ejercicio para poder tratar de regresar a un estado normal. Este proceso se le conoce como homeostasis, el cual se encarga de mantener las condiciones precisas en cada una de las células que componen el cuerpo humano.
Incluso horas después, en la fase de recuperación, el metabolismo sigue activo debido al impacto que tiene el entrenamiento intensivo de mejorar la sensibilidad a la insulina, lo que controla la cantidad de glucosa que las células absorben.
Pese a los beneficios, cabe aclarar que el ejercicio de alta intensidad no es apto para cualquier persona ni para aquellos que presentan una precondición médica, ya que deben abstenerse de realizarlos hasta no comentarlo con el médico y entrenador.
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