El jamón ibérico ha sido considerado como un alimento tabú dentro de la alimentación del deportista. En el caso de los corredores, esto no ha sido una excepción. Sin embargo, estudios recientes con respecto a nutrición recomiendan su introducción a la dieta de los deportistas runners.
Efectos positivos
Primero habría que aclarar que hay varias clases de jamón (bellota, cebo y recebo). Esto depende del tiempo de curación, el peso y los años de vida del cerdo. Incluso la alimentación que ha recibido el animal también va a depender, por lo que los jamones no son iguales.
Las propiedades del jamón ibérico hacen que su consumo sea ideal para los runners. Esto se debe a que ayuda a controlar el exceso de colesterol malo y produce un efecto benéfico sobre el colesterol en sangre, ya que cuenta con importantes cantidades de grasa insaturada (55% ácido oleico monoinstaurado).
El jamón ibérico cuenta con vitaminas del grupo B1, B6 y B12 y ácido fólico para el buen funcionamiento del cerebro. Así como minerales (magnesio, hierro, cobre, calcio, zinc y fósforo). Asimismo, brinda antioxidantes que ayudan a recuperarse muscularmente todas las sesiones de entrenamiento arduas.
Además, el jamón ibérico contiene 33 proteínas por cada 100 g. Lo que quiere decir es que es casi el doble que contiene el jamón serrano. El jamón ibérico tiene la mitad de grasa que el serrano, por lo que las cifras descansan de forma abrumadora siendo un jamón de calidad. Y aunque contiene sal, de todos los tipos de jamón que hay, este es el que menos porcentaje tiene.
Teniendo en cuenta todos los beneficios del jamón ibérico, no habría porque desecharlo de la dieta. Más bien, habría que destacar su valor nutricional para que pueda incluirse en la dieta del atleta. En este sentido, los expertos aconsejan comerlo de forma moderada, en una porción de 100 g 2 o 3 veces por semana para que la ingesta de calorías no rompa con la alimentación.